lunes, 20 de marzo de 2017

LOS REGISTROS DEL TIEMPO PASADO

"Y tu huella desierta despierta, en mi a los desterrados". RI

 Las calles de nuestras ciudades suelen llevar incrustados en sus carteles identificatorios los nombres de próceres o personajes destacados de nuestra  historia. Sin embargo, junto a ellos, conviven otros cuya calificación como tal no les correspondería si existiera algún tipo de justicia histórica. Este ultimo, es el caso de Julio Argentino Roca, Pascasio Perito Moreno, Estanislao Zeballos, Lorenzo Vintter, Conrado Villegas, entre otros.

Si bien esto no es novedad, si lo son los cruces deliberados o fortuitos, vaya a saber uno, entre estos personajes en las calles metropolitanas. En Viedma, la calle que nombra al “Perito” Moreno (coleccionador de cráneos indígenas), es continuación (o una empieza donde termina la otra) de la del beato Ceferino Namuncurá, heredero de una estirpe de guerreros indígenas perseguidos por las campañas genocidas del estado argentino en el siglo XIX[1].

Yendo al detalle, hay que decir que al Perito Moreno, Director del Museo Antropológico de La Plata, que hace poco exhibía esqueletos indígenas, le fue entregado en donación el cráneo del celebre cacique Juan Kalfucurá, mayor impulsor de la resistencia indígena, cuya tumba fuera profanada por el Ejercito Argentino luego de la “Campaña al Desierto”. Su hijo, Manuel Namuncurá, seria uno de los últimos caciques en rendirse al estado argentino, padre del citado Ceferino.

Hace dos años, un proyecto del Consejo Asesor Indígena, promovía en Viedma el cambio de la calle Roca (en su intersección con Saavedra) por el de Lonko Chanel, cacique que lideró las parcialidades indígenas de la zona un siglo antes de la Campaña. En este marco, el Concejo Deliberante armó comisiones, generó debates y propuso nombres más “neutrales”, para terminar rechazando el proyecto.

La ciudad es un terreno de disputa, no solo en su fragmentación espacial (centro y periferias), sino en como incluye y excluye nombres significativos a la hora de identificar sus espacios. Así las cosas, las paradojas de las ciudades, los cruces impredecibles, o directamente, el desconocimiento de la historia, vuelven a juntar a victimas y victimarios, para recordarnos que la disputa por ese tiempo pasado es también una por comprender nuestro tiempo presente.

[1] Ceferino es hijo de Manuel Namuncurá, quien lideró el Malon más grande de la historia contra los criollos que avanzaban sobre las fronteras del territorio indígena poco antes de la “Campaña al Desierto”. Es además, nieto de Juan Kalfucurá, el cacique que logró unificar distintas parcialidades indígenas de Pampa y Patagonia y construir un poder único en su territorio de “Salinas Grandes”. Luego de derrotado su padre, la historia de Ceferino será trágica: entregado a los criollos y convertido al cristianismo, una religión ajena a su pueblo.  La afrenta de Ceferino, va a significar un símbolo de la dominación blanca sobre la resistencia indígena.

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