martes, 5 de enero de 2016

“EL ZAPATISMO NO SOLO ES EL ACTO DE ORGANIZACIÓN CLANDESTINA, SINO LA GENERACIÓN DE UN ESPACIO POLÍTICO EXTRAORDINARIO"

En octubre pasado, se realizaron en el CURZA las jornadas “De Frutos y Flores: Imaginación y creatividad en la búsqueda de alternativas al capitalismo”, que congregó a diversas experiencias de militancia locales y regionales e intelectuales destacados a nivel nacional e internacional. Entre estos estuvo Sergio Tischler, sociólogo e historiador guatemalteco, con una destacada labor de investigación acerca de la lucha zapatista e integrante del grupo de trabajo de John Holloway (1) , con quien conversamos sobre los alcances de la experiencia zapatista y su impacto en las luchas actuales.

El zapatismo y “lo estatal”

En la charla de ayer desarrollaste mucho el tema de las autonomías zapatistas, pero nosotros vemos que existe cierta vinculación del zapatismo con lo estatal.  Analizabas el tema de cómo había surgido como ejercito, pero también hubo instancias de acuerdo del EZLN con el gobierno y marchas al congreso mexicano. De alguna manera hubo alguna vinculación con la institucionalidad. ¿Cómo lo ves?

Creo que es complejo. Uno no sabe exactamente lo que motivó esto. La toma de San Cristóbal generó un movimiento que no se si ellos mismos lo previeron. Manifestaciones extraordinarias de la gente en México en apoyo a los zapatistas con la idea de parar la guerra. Eso fue una demanda de la sociedad civil y allí se genera algún tipo de dialogo y comunicación inédito generado por una guerrilla. 

Se inicia un dialogo no porque el gobierno lo quisiera. El gobierno hubiese querido reprimir lo más rápido posible o cercarlos y asfixiarlos. La gente en la calle exigió el dialogo. Se trata de un gobierno salido de una crisis muy fuerte, donde el candidato oficial fue asesinado, y posiblemente se trató de un asesinato de estado. Por eso Zedillo (2)  tiene una especie de debilidad, pero esto no es lo más importante, sino la expresión en las calles que obligó a parar la guerra. 

Se genera un terreno nuevo con un dialogo donde la iniciativa la tienen los zapatistas y el gobierno está atrincherado. Como dice García de León (3) el zapatismo era algo que todos llevábamos dentro, por lo que el zapatismo no solo es el acto de organización clandestina y de sublevación, sino la generación de un espacio político extraordinario. El estado tuvo que dialogar. 

Creo además, que la discusión por los Acuerdos de San Andrés constituyó la asamblea más importante de deliberación del México de abajo. Los zapatistas invitan a intelectuales y gente vinculada a las autonomías a deliberar, mientras que el estado invita a los suyos. Allí los zapatistas logran un pacto con un concepto muy radical de autonomía, aunque finalmente en el Congreso son recortados estos alcances. 

Finalmente el estado no respeta los acuerdos

Sí, pero se firmó una especie de paz provisional y ellos pueden moverse. Allí los zapatistas realizan los Caracoles (4).  Es un espacio de legitimidad muy grande que logran los zapatistas. La marcha al congreso fue impresionante, con gente de todo el mundo, era el grito de la revolución a nivel mundial plasmado en ellos. 

El zapatismo y las luchas “articulatorias”


Se le critica al zapatismo no articular su lucha con otras organizaciones. En un momento el zapatismo armó El Frente Zapatista de Liberación Nacional (FZLN) que luego eliminan. ¿Cómo entendes la relación entre el zapatismo y el resto de las luchas sociales?

Si, lo del Frente Zapatista de Liberación Nacional no funcionó y largan la Sexta Declaración de La Candona y “La Otra Campaña”. Que me parece una formula muy buena. El zapatismo es muy tajante en no tener relaciones con los partidos. Eso se calificó como de ultra, de doctrina.

Esa crítica fue muy fuerte con La Otra Campaña, en momentos en que venía como candidato de la izquierda institucional del Partido de la Revolución Democrática –PRD- López Obrador, que fue regente del Distrito Federal. Se trata de un buen regente, honesto, un demócrata que hacia énfasis en el tema de enfrentar la corrupción y prometía trasladar el modelo del DF al país. 

En ese contexto el Zapatismo hace la Otra Campaña y largan declaraciones muy fuertes contra López Obrador por su discurso populista. Creyeron que era necesario pintar la línea entre el zapatismo y el PRD porque veían el riego que se rompiera la movilización autónoma incipiente. Finalmente hubo un fraude contra López Obrador y no ganó.  

Yo creo que el triunfo de López Obrador podría haber facilitado ciertos espacios de movilización pero existía el riesgo de la desactivación de la autonomía por parte del estado que en México tiene una tradición muy fuerte. La idea de La Otra Campaña era generar la autonomía en las ciudades y generar la fisura de la mirada hacia el estado.  A partir de ahí un sector de la izquierda intelectual, inicia una mirada crítica del zapatismo. Hay que recordar que el zapatismo no llamó a votar a ninguno de los candidatos. 

Luego, el zapatismo estuvo un tiempo sin aparecer y aparecieron los Caracoles. Allí se tejieron muchas especulaciones, pero el zapatismo logró hacer crecer la autonomía. 


Existe también una influencia del zapatismo sobre la institucionalidad. Recordamos el discurso de Evo Morales en su asunción cuando habló del “Mandar Obedeciendo”, y ahora Podemos en España también utiliza categorías zapatistas. 

Si hay una apropiación de los discursos zapatistas. Recuerdo la lucha Kurda, pero en ese caso es fiel porque tiene que ver mucho con el rol de la mujer. Por eso el zapatismo es incuantificable porque tiene una dimensión ético-moral, con una imagen nueva de revolución. Yo creía que era impensable la revolución,  desde la práctica y la teoría y ellos abren de nuevo la posibilidad. 

La potencia de lo comunitario 


Incluso el propio Marcos en las entrevistas dice que ellos llegaron a la selva con un idea marxista-leninista y luego la propia realidad comunitaria los trasforma a ellos.

Es una de las cuestiones clave. Ellos entendieron que para hacer la revolución había que dejar de ser vanguardista. Ellos eran foquistas, la idea más vanguardista que existe, pero abrieron el oído y aprendieron a escuchar. Eso es transformar el monologo de las vanguardias en un dialogo. Sino creo que hubiesen terminado como en Guatemala donde la guerrilla tuvo un fuerte componente indígena, pero no se entendió la lógica antagónica entre la idea de revolución como toma del poder y la lucha indígena. 

Por no recordar el fracaso del guevarismo en Bolivia…

Eso es lo más catastrófico. En Guatemala no fue tan así, pero recuerdo también Nicaragua y El Salvador donde se desarrolló la guerrilla más grande en términos militares y logísticos. Allí las comunidades fueron objetos. Pero el zapatismo no es una guerrilla, o es una guerrilla comunitaria donde hay una combinación del tiempo extraordinaria. En el proceso de autodeterminación resulta la fuerza del zapatismo. 

Además la idea de que la revolución la hace la gente común…

Esa es la gente que hace la revolución. Por eso el llamado y la critica a los intelectuales. La revolución está ahí en la vida comunitaria. 


El zapatismo rompe también con la idea que infra-valora al sujeto campesina-indígena…

La revolución mexicana es campesina, es la primera reivindicación mundial de los campesinos, donde se incluye en la constitución la reforma agraria. Con el zapatismo tenemos al campesinado como el sujeto más activo de las luchas populares. El zapatismo hizo una muy fuerte interpelación al sujeto campesino rebelde. Incluso la gente del Congreso Nacional Campesino tiene vínculos directos con el zapatismo. Esto ha cambiado la percepción paternalista de lo indígena y lo campesino, por una rebelde.


[1] Junto a Holloway, Tischler publicó los libros “Zapatismo, reflexión teórica y subjetividades emergentes” y “Revolución y Destotalización”, entre otros.
[2] Ernesto Zedillo Ponce de León fue presidente de México del 1 de diciembre de 1994 al 30 de noviembre de 2000.
[3]  Antonio García de León, antropólogo, lingüista, historiador y musicólogo veracruzano.
[4] Los Caracoles y Las Juntas de Buen Gobierno son la forma de organización política principal de las comunidades zapatistas.  Se trata de formas de organización horizontales y rotativas.

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