
Calles
anegadas, dificultades para circular, barro, agua, cortes de luz. Un cóctel que
marca como vive un sector de la población la situación climática y revela,
crudamente, la ausencia del estado en el cuidado de las calles, la falta de
garitas (la gente del barrio anda en “cole”), la ausencia de alumbrado publico
(verdaderas “bocas de lobo”), desbordes de cloacas y ni que hablar, y más
profundo aun, queda en evidencia la falta de viviendas dignas para los sectores
populares.
El
dato oficial revelará que hubo “pocas familias evacuadas” (la municipalidad
informó nueve familias evacuadas de diferentes puntos de la ciudad), numero reducido seguramente, por el miedo de los
vecinos a dejar el lugar y perder lo poco que tienen. ¿Dónde va la gente cuando llueve?, se queda en sus precarias casas,
resistiendo los embates del tiempo y la desidia política.
En el
barrio “El Progreso”, la situación es dramática según lo relatan los vecinos
que no pueden entrar ni salir de sus casas por el alto nivel del agua. Lo mismo
sucede en la toma “La Unión ”
(barrios Guido e Inalauquen).
El
agua deja cosas en evidencia. ¿Alguien puede seguir pensando que la gente está
en las tomas porque “le gusta”?. Allí la situación es dramática (todos los
días) desde el punto de vista sanitario, higiénico, social y legal (por eso de
la “criminalización de la pobreza y la protesta”).
Saldrá el sol sobre la ciudad y todo
volverá a la “normalidad”.
Los pobres tendrán que seguir tomando el colectivo sin garitas, volviendo a las
casas por oscuros senderos, habitando partes de la ciudad olvidada. La otra
ciudad seguirá creciendo privada, parquizada y excluyente.
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